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domingo, 26 de agosto de 2012

Subida a San Bartolomé

 Volvemos a Bolonia. Hace unas semanas escribía en éste mismo blog sobre las ruinas romanas existentes en la misma ensenada; pero la zona es rica, asimismo, en lo que a paisaje se refiere, con una variada, y en muchas ocasiones, exuberante naturaleza. Aunque hoy las vistas serán diferente a las que yo presencié en febrero, en plena ola de frío; por aquel entonces, el paisaje estaba verde, como es común en el Estrecho, a pesar de las pocas lluvias de éste invierno. Ahora, tras pasar el estío, el panorama es distinto, el verde de los bosques que se encaraman a los montes comparte protagonismo con el dorado de los prados que los circundan. Si hace meses parecía que estábamos en un rincón del norte de España, hoy el ambiente es el típico que reina en todo el Mediterráneo. El hecho de que éste rincón esté enclavado entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, y en la punta sur de Europa, compartiendo rasgos del norte de África, es clave para entender las distintas facetas que toma el paisaje, como si de un carnaval se tratara, y la naturaleza se disfrazara para las distintas ocasiones. 

 Hoy, tras haber pasado una de las peores olas de calor que recuerdo, me refresca el hecho de recordar aquel frío día de febrero en el que subimos aquel monte, llamado de San Bartolomé, que se encuentra en el extremo sur de la ensenada de Bolonia, formando un anfiteatro con la sierra de La Plata. El ascenso se efectúa a media altura, sobre la aldea de Betijuelo. Aquí, los prados empiezan a dejar sitio a los bosques, en concreto, uno de pinos piñoneros que tienen grandes proporciones, y cuyo origen, probablemente se deba a algún plan de repoblación de mediados, o principios del siglo XX. También son de origen artificial, los espectaculares bosques de eucaliptos rojos que se sitúan en otra ladera. Ambos bosques permiten la presencia de un rico sotobosque, en algunos casos destacan la presencia de helechos rupícolas, que junto con algun matorral de tipo lauroide, pueblan los estratos más bajos del bosque en sus zonas más sombrías. En otros, los mismos matorrales que conforman una laurisilva que van poblando sus antiguos medios, colonizan ciertas zonas de solana. Lo que da una vaga idea de lo que era el boscaje original: una mezcla de vegetación mediterránea y laurisilva, que era, y es, en cierto modo, lo que predomina en las zonas boscosas, y de media montaña, del sur gaditano; donde abundan las nieblas, y las precipitaciones invernales. Por otro lado, es destacable la presencia de otros árboles de tipo mediterráneo que colonizan la zona, como es el caso del pino carrasco o de Alepo en las zonas más altas y más expuestas al viento, tomando formas de bandera conforme nos vamos acercando a la cima; el acebuche ocupa las zonas más bajas de la montaña; y algún que otro alcornoque suelto crece indiferente a la altura. Siendo éste último, la especie que probablemente colonizara el medio de forma natural, junto con los matorrales antes mencionados. También es rico el matorral mediterráneo, con la presencia abundante de lentiscos, sabinas y enebros costeros, éstos últimos en zonas más bajas y cercanas al mar. Pero espectaculares son los palmitos, palmeras de abanico enanas, natural de las regiones más cálidas del Mediterráneo, y que aquí, alcanzan alturas superiores al metro, con formación de tronco incluido; algo que hoy día, es muy raro de ver, ya que estas formaciones tan espléndidas, nos retrotraen al aspecto que tuvo dicha especie en nuestra tierra antes de que su cogollo fuera incluido dentro de la gastronomía local. 

 La llegada a la cima nos permitió la posibilidad de ver, de manera espectacular, gran parte de lo que hoy es el Parque Natural del Estrecho, el más joven dentro del inventario de espacios protegidos por la Junta de Andalucía (año 2.003). Teniendo, además, el privilegio, junto con Cabo de Gata y Acantilados y Marismas de Barbate, de incluir zonas de ámbito marino, ya que la riqueza submarina es espectacular, pues se encuentra en el limite de tres zonas geográficas: el mauritánico, el atlántico y el mediterráneo. Y donde además, se producen migraciones de peces y cetáceos, además de las de aves. Como dije, desde arriba se pueden vislumbrar el vuelo de los buitres leonados, que se ven a una distancia muy cercana desde los cortados. La riqueza de los distintos boscajes se distinguen por los distintos matices de verdes, y al otro lado del estrecho, la ciudad de Tanger y la costa de Marruecos, que se ven como si de un salto se pudieran alcanzar. Los petroleros que cruzan el mínimo brazo de mar parecen de juguete. La naturaleza se muestra formidable ante nuestros ojos, y logra que uno sea más humilde, y recuerde, que nosotros somos una mínima pieza del formidable puzzle que forma el medio natural. Un saludo desde el sur.


Ejemplares de palmitos entre las rocas.

Bosque de pinos piñoneros.

Pinos piñoneros en la ladera sur.

Bella imagen de la ensenada.

El Estrecho de Gibraltar con Marruecos al fondo.

Imagen de la costa de Tarifa, con la mencionada ciudad en el extremo.

Bosque de pinos piñoneros en cuyo centro hay un pequeño torrente.

Bosque de eucaliptos rojos.

Cipreses y eucaliptos flanquean la carretera de acceso.

Bella imagen de la cumbre que contrasta con los cipreses.

Anochecer en la cima.

Bosques y prados alternan en la zona.

Cortado desde donde se suelen ver las buitreras.



El verde domina el paisaje de media montaña.

Bella imagen de un palmito mientras anochece.

Espectacular ejemplar de palmito en la cumbre del monte.

Matorrales de tipo lauroide.

Tarifa y Marruecos.

Los helechos ocupan zonas de umbría.

Imagen de la aldea del Lentiscal.

Imagen parecida, donde se empequeñece, para nuestra vista, la enorme duna de la playa de Bolonia.

Un paisaje sureño, pese a que parece del norte.

El sol se oculta tras las montañas.

La laurisilva debió tener más protagonismo en el pasado.

Vegetación mediterránea y lauroide comparten parajes, algo muy raro en el mundo botánico.

Bosque de eucaliptos encaramándose a la rocalla.

La geología de la zona es también extraña, de tipo Flysch, que ocupa pocos rincones en éste mundo.

Bosque de pinos.

Un pino carrasco con forma de bandera, debido a los fuertes vientos reinantes.

Matorral lauroide.

Bella instantánea del bosque.

Interior del bosque de pinos piñoneros, los más abundantes de la provincia.

Bosquete de pinos carrascos.

Los pinos carrascos ocupan áreas de difícil colonización para otras plantas.

Bella imagen del valle.

Ejemplares de pino carrasco.

En ésta imagen se aprecian dos cosas: el cortafuegos, y la cercanía de África.

sábado, 18 de agosto de 2012

Molinos y casas salineras.

 Estamos en pleno agosto, y entrando en plena ola de calor, es la temporada ideal para la recogida de sal en las pocas salinas que nos quedan en la bahía de Cádiz. Una industria que en otros tiempos fue un motor económico importante en la zona, pero que hoy, prácticamente se encuentra abandonado. Aunque con la crisis actual, algunos hijos de los dueños que antaño ocuparon aquellas fincas, hoy vuelven a ponerlas en marcha con la esperanza de encontrar un futuro que el mercado laboral les niega. Un ejemplo de ello es la Salina "Los Hermanos" que fue explotada en los años setenta por los padres del actual dueño. Hasta no hace muchos años, era frecuente ver las montañas o pirámides de sal en bastantes rincones de nuestras marismas. Y es que la presencia de las salinas en nuestra tierra se remonta al periodo romano, cuando la industria del salazón tuvo su mayor apogeo. Por entonces, y hasta el siglo XX, muchos alimentos que eran transportados a larga distancia, solían ir en bodegas con sal, para así conservarlos mejor. Todo ello desapareció con la invención de las cámaras frigoríficas. En los últimos periodos del siglo pasado, la industria salinera del lugar tuvo una economía de pura subsistencia, vendiendo sal para la cocina, aunque ya en una escala mucho menor. 

 Todo éste trajín económico a lo largo de los siglos ha dejado su huella a lo largo del parque natural Bahía de Cádiz. El mismo paisaje de las salinas es heredero de muchos siglos, aunque actualmente se encuentren abandonadas. Aunque, no obstante, muchas recuperan el paisaje natural debido a la rotura de compuertas y muros. Pero lo más atractivo viene de la época moderna, entre los siglos XVI y XIX, donde se desarrolló una arquitectura popular de lo más interesante. Aún quedan repartidas por toda la geografía una cantidad importante de casas salineras y de molinos de mareas. En las primeras era donde vivían tanto dueños como empleados, y donde se almacenaban todos los enseres. De éstas hay varios tipos de arquitectura, aunque destaco dos, una primera, puramente industrial, con forma cuadrada o rectangular, y sin más adorno que algún remate de alguna ventana o columna. Y una segunda, que era una residencia con algo más de "comodidades", donde existen varios almacenes, alguno que se emplearía como cuadra, un patio interior, portada, e incluso algunos jardines exteriores; aunque hay que decir, que de éste tipo son escasas, o al menos se conservan muy pocos de ésta tipología. No obstante, hay que decir que, hay ciertas estructuras comunes entre ambas casas, como la presencia de un aljibe donde se almacenaba agua dulce de la lluvia; la presencia de azoteas, donde también se recogía el agua de las precipitaciones para almacenarla en el tanque antes mencionado. Muchas tienen, asimismo, un pórtico de entrada en el que se crea sombra para combatir el calor. Los muros tienen un grosor considerable, y están formados, mayormente, por piedra ostionera, tan común de la zona, con ello se creaba un ambiente fresco en el interior. La mezcla de madera con piedra es común en todas las casas salineras. Y evidentemente, todas estaban encaladas; siendo por lo general una arquitectura propia para combatir la torridez del estío, y de la que deberíamos aprender actualmente para economizar los recursos naturales. Sin embargo, aún con la apariencia de solidez, éstas estructuras eran débiles, pues no hay cimientos bajo suelo que sustenten dichas casas. Así pues, debe considerarse todo un milagro su conservación hasta hoy día. Como curiosidad he de decir que en algunas, sobre todo en las orientadas a Chiclana, aún existen agujeros de balas procedentes del campamento francés durante el asedio que hubo entre 1.810 y 1.812, en la Guerra de la Independencia.

 En el caso de los molinos hay más tela que cortar, aunque haré un breve resumen para evitar una entrada demasiado larga. Éstos servían para moler harina, y aprovechaban la fuerza maremotriz de las marismas para el movimiento de las ruedas que servían para la molienda. En éste caso la arquitectura es más uniforme, con una estructura, mayoritariamente rectangular, con distintos pasos para el agua que servía como motor del sistema interior. Era una arquitectura puramente industrial, sin más adornos. Pero de una belleza incontestable, gracias a la belleza del paisaje marismeño. También constaban de azoteas, en muchos casos, con los típicos remates, o almenas, tradicionales de las poblaciones de la bahía, especialmente de San Fernando. En su interior, como no, existían almacenes donde se acumulaban los sacos de harina, entre otros enseres. Es de suponer que estuvieran encaladas, pero hasta hoy día, lo que nos ha llegado es el color de la piedra natural; de claro origen ostionero. Los molinos de marea han sido elementos francamente abundantes en toda la marisma de la zona, pero sin embargo, son los elementos arquitectónicos peor conservados de la misma. Tan sólo el molino de marea del Zaporito y el del Puerto se encuentran en óptimas condiciones, el resto, o han desaparecido, o están en proceso de hacerlo.

 El rico pasado industrial de nuestra bahía es otro elemento que se encuentra en peligro de extinción, el abandono existente hacia ella desde hace bastantes años, merman nuestro patrimonio arquitectónico. Un absurdo laberinto burocrático, debido sobre todo, a la nefasta Ley de Costas española, ha limitado todas las buenas voluntades de restauración de las casas y molinos marismeños. Al encontrarse fuera de territorio municipal, en parque natural (dependiente de la Junta de Andalucía), y en terrenos de uso común (dependientes del estado), no ha habido manera alguna, de proponer ningún proyecto interesante para recuperarlos. La presencia de albergues para aquellos turistas que buscan un turismo ornitológico sería más que atrayente. Pero aquella ley de costas que permitió desastres ecológicos como en el caso de Chiclana, donde se urbanizó todo un perímetro costero, no permite restaurar, y utilizar como fin económico sostenible, las antiguas casas salineras y los molinos de mareas. Lo que en otros países como Holanda es un orgullo nacional, aquí lo tenemos en ruinas debido a la maraña administrativa que sujeta al estado español; eliminando puestos de trabajo y negocios que no son estacionales a diferencia de los grandes complejos hoteleros. Pero eso, da dinero a "cuatro hippies", no al alcalde ni al consejero de turno; por no hay interés alguno en recuperar éste rico patrimonio. Un saludo desde el sur.

PD: Para los interesados en conocer la salina antes mencionada "Los Hermanos", dejo dichas direcciones por si tiene intención de contactar.

Molino de marea del Zaporito, restaurado porque se encuentra en territorio municipal.

Imagen de la casa salinera Dolores.

Portada de la casa salinera Dolores.

Otra perspectiva, desde la que se ven los jardines exteriores de la casa.

Estructura, aún conservada, de una salina abandonada.

Casa salinera "Tres Amigos", de estructura industrial.

Molino de mareas del río Arillo, en preocupante estado de abandono.

sábado, 11 de agosto de 2012

Las Perseidas

 Como todo agosto existente a lo largo de nuestras vidas, y las que vendrán, ésta es la mejor ocasión para ver las "Perseidas" o "Lágrimas de San Lorenzo" que habrá jamás en dosciento cuarenta y ocho años. Pero no se preocupen, el año que viene habrá otra ocasión igual. Es algo así como los distintos "partidos del siglo" de los que suelen haber cuatro cada temporada entre el Madrid y el Barça. No obstante, sí es un espectáculo que recomiendo, pues es barato, es más, es gratis. Y es espectacular. Asimismo se puede ir al campo de noche, y ver que hay vida más allá de las plazas donde hay botellones o del paseo marítimo de turno. Hay que huir, desde luego, de la ciudad, si se quiere ver algo, ya que la contaminación lumínica reduce de modo drástico tada posibilidad.. Con ello, respiramos aire puro. Aunque a lo largo de ésta semana se haya escuchado mil y una veces a que se debe éste fenómeno, no estaría mal explicarlo alguna vez más, y para personas como yo, que no me entero de nada. De forma sencilla, para párvulos, para ver si el año que viene podemos ser nosotros los que vayamos de enteradillos. 

 De todos es sabido, y es de cajón, que La Tierra tiene dos movimientos principales que definen las estaciones y los días. El más conocido es el de Rotación, movimiento que realiza nuestro planeta sobre su eje, creándo así, las noches y los días. Y permitiendo, de paso, que haya vida, pues la posibilidad de que las dos caras de La Tierra reciban luz y oscuridad al mismo tiempo, evita que por un lado haya una cara que se encuentre en permanente oscuridad y otra en continúa luminosidad. Lo que haría que un lado tuviera un frío y por el otro un calor eternos y extremos. Borrando toda posibilidad de vida. También es importante destacar que el eje del planeta se encuentra oblícuo (aunque va cambiando con el tiempo), y por ello, durante las estaciones los días y las noches, pueden ser más largas o más cortas; ya que al tener dicha forma, en los inviernos (en ambos hemisferios) la luz llega de forma más transversal, mientras en verano llega directa, y durante más horas, a las zonas más cercanas al sol. Por ello hay también estaciones, por ejemplo, en España en el mes de enero el sol llega de forma más oblícua, ya que se encuentra en el hemisferio más lejano del sol en ese momento. Mientras en Argentina, que es verano, llega de forma directa al encontrarse más cerca. A medida que nos acercamos al ecuador de la Tierra hay menos diferencias de estaciones, ya que también hay menos diferencia en la inclinación. El otro movimiento clave es el de Traslación, el que hace La Tierra alrededor del Sol; que por causa también de la inclinación del planeta, es el que define las estaciones del año. Como curiosidad diré que tiene una velocidad de unos 108.000 km por hora, tardando en rodear por entero a la estrella unos 365 días, 9 horas y unos 9 minutos aproximadamente. Tampoco el movimiento es circular, como se supone popularmente, sino que la Tierra dibuja un movimiento elíptico, entrando en el terreno de un cometa. Y aquí llega el kit de la cuestión, una vez al año, entre finales de julio y agosto, nuestro planeta se cruza con la estela de un cometa, el Swift-Tuttle. Dando lugar a que los distintos restos de la misma (de la cola, no del cometa) se dispersen, chocando con la atmófera terrestre y permitiendo el maravilloso espectáculo existente todos los veranos. El nombre de Perseidas tiene su origen en la creencia antigua de que las lluvias de estrellas fugaces veraniegas procedían de la constelación de Perseo. Pues visto desde la Tierra así lo parece. Lo de Lágrimas de San Lorenzo viene porque el 10 de agosto es el día de dicho santo.

 Probablemente, si estás leyendo ésto, es que ya es tarde para moverte, no obstante, puedes darte por enterado para otro año. Si aun puedes pegar una escapada hay varios lugares bastante buenos en Andalucía para la obsevación de éste evento: siempre es recomendable las cumbres montañosas, por lo que Grazalema, Los Alcornocales, Sierra Nevada y la de Las Nieves son buenos observatorios. La escepción se encuentra en el Cabo de Gata, paraje costero, pero virgen, un lujo en la España de hoy dia. Sino puedes, otro año será, tampoco está mal quedarse en la cama escuchando la radio para ver como han ido hoy las Olimpiadas. Un saludo desde el sur.


Movimientos de La Tierra y su encuentro con el cometa Swift-Tuttle

domingo, 5 de agosto de 2012

Buenas noticias

 Tras semanas y semanas transcendentales en el campo de la economía (y las que vendrán), es hora de reivindicar algo bueno que hemos hecho en Europa. Aparte de ser la mejor sociedad de bienestar del mundo, a nivel general, desde luego; también podemos presumir de ser el único continente donde el Medio Ambiente parece estar en recuperación. Y eso después de milenios de historia, abundante población y maltrato, en general, con el medio que nos rodea. Son actualmente varias las especies vegetales y animales las que están recuperando su población. Aunque, por desgracia, hay otras varias, que o no se recuperan, o bien su número poblacional disminuye sin saber porqué.

 Dos noticias han saltado estas últimas semanas: la probada reproducción del águila pescadora, allá donde se reintrodujo, y la presencia del pigargo europeo en España tras siglos en estado de extinción en nuestro país, aunque en éste último caso, ha sido por causas naturales, y sin reintroducción alguna. En el caso de la primera, ha sido un proyecto que lleva ya, varios años en ejecución, y tras varios intentos, ésta vez, ha sido la vencida. El programa de conservación ha sido promovido por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), y ha logrado que ésta bella rapaz, el águila pescadora, vuelva a criar, y surcar los cielos españoles tras sesenta años de ausencia. Los lugares elegidos fueron las marismas del Odiel, en Huelva, y el parque natural de Los Alcornocales, en Cádiz; teniendo éxito en ambos espacios. En el caso de la segunda ave de presa, se trata de un incremento poblacional, de modo natural, sin intervención humana alguna; su éxito se debe a la cada vez menor, presencia de elementos contaminantes en las aguas europeas. Es ésta un tipo de águila, de extraordinario porte, siendo la mayor de las rapaces europeas, con una envergadura de dos metros y medio. Para que se hagan una idea, es el equivalente europeo a la famosa águila cabeciblanca americana. Se le ha visto por el Monte Perdido, en Huesca. Otra especie que saltó a la noticia el año pasado fue el bisonte europeo, el mamífero con más peso del continente. Su incremento poblacional llevó a transportar, por parte de los científicos encargados, varios ejemplares a la provincia de Palencia, en su sierra norte, donde puede encontrarse, actualmente, en estado semisalvaje. Hay otras especies que también se recuperan; hace dos años hubo otra noticia de enorme transcendencia, la presencia del lobo ibérico, tras medio siglo de ausencia, en las cercanías de Madrid, concretamente, en la cercana sierra de Guadarrama, procedentes, sin duda, de Segovia. Aunque hay voces que advierten que hay que ser prudentes en éste último asunto. No obstante, Cataluña también ha visto de nuevo, la presencia de éstos canes, pero en éste caso, procedentes del sur de Francia, donde existe la subespecie italiana.

 Espero que sigan éstas buenas noticias, tras un verano donde se han calcinado una cantidad importante de bosques; es bueno, que al menos, veamos que el duro, y difícil trabajo de muchos científicos logren dar resultados. Pues pese al mucho tiempo de dedicación, nunca el éxito está asegurado. Todo depende de muchos factores, incluyendo entre otros, la confianza que el animal tenga a la hora de reproducirse en cautividad, o al menos, por medios humanos. También es importante su fuente de alimentos; por ejemplo, el lince ibérico se encontrará en peligro de extinción, a menos de que los conejos, antaño abundantes, no vuelvan a poblar cada rincón de nuestro país. Es deber de todos nosotros, con pequeños gestos ayudar a la conservación de nuestras especies; consejos prácticos como: no tirar basuras al agua, o en el bosque, conducir con prudencia en las zonas boscosas para evitar atropellos, o llevar ceniceros en el campo, entre otros. Sólo hay que pensar una cosa: cualquier construcción humana se reconstruye en un corto periodo de tiempo, en la naturaleza, lo destruido, puede no volver a recuperarse, y si lo hace, tardará tanto, que podremos no volver a ver la belleza que tenía antaño. Un saludo desde el sur.


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Espectacular foto de un águila pescadora.