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lunes, 26 de agosto de 2013

Verano en el Algarve.

Calle de Tavira.
 Ahora que he pasado unos días, y he podido recoger material gráfico propio, he decidido incluir algunas entradas sobre una tierra vecina, que aunque se encuentra en otro país, hermano, dicho sea de paso, tiene grandes similitudes con nuestra tierra andaluza. Sobre todo con Huelva, provincia a la que ha dejado ciertas influencias arquitectónicas, e incluso, hasta vocablos como es el caso de "gañafote", que significa saltamontes, tanto en tierras choqueras como lusas. Más adelante, en el otoño, incluiré temas de otra región del sur que tiene similitudes con el otro extremo, para así abarcar varias zonas del sur peninsular, y no ceñirnos sólo a Andalucía y a Cádiz, concretamente.

Praia de Carvoeiro
 Hoy sólo es una entrada para destacar la belleza de una tierra que hasta en paisaje es parecida a nuestra Andalucía occidental. De hecho la provincia botánica corresponde a la Gaditano-Onubo-Algarviense, correspondiente en un mosaico vegetal de pinos piñoneros, enebros, sabinas, acebuches y sapinas en las marismas. Paisajes de acantilados arenosos, marismas y dunas gigantes. Tierras arcillosas de tono rojizo y/o terrizo. En el plano urbano, tampoco difiere demasiado, aunque no pierde el aspecto típico portugués que define a todos los cascos antiguos del país, de norte a sur, incluyendo sus islas. No obstante, la sensación de encontrarse en casa está siempre patente: por los usos y costumbres, del todo parecidos a los nuestros, incluso en la cuestión horaria de comidas y demás (aunque regidos con una hora menos que nosotros). Además todos hablan español, y el portugués puede hasta chapurrearse fácilmente para entenderse con cualquiera que se haga entender.

Albufeira.
 La conclusión importante que saco es la facilidad de ideas de los portugueses. Aquí en España, sobre todo en Andalucía, para fomentar al turismo siempre buscamos ideas barrocas, recargadas y poco rentables. Hace poco me recomendaron ver una puesta de sol en un castillo de La Caleta, con un tío bailando flamenco y todo. Y por otro, rara es la semana en la que no se sabe que hacer con el otro castillo de dicha playa, o con ninguno de los dos de San Fernando...En todos los sitios de Portugal a los que he ido había un bar y/o una tienda. Aquí buscamos siempre el "centro de interpretación de los huevos en salmuera" o el "observatorio del islam español", o el "Centro de arqueología subacuática de la Junta" en el Balneario de la Palma, que dicho de paso, encima, no se puede visitar. Como decimos aquí...al tío bailando flamenco y a todas las chorradas que acabo de mencionar...te kiiipuí.

 He vuelto ya a casa, y no sin penas, las vacaciones se acaban. Y a ritmo de fado que nos ponen en el autobús, mientras observo el paisaje, recuerdo las palabras del tendero de la zona donde estábamos cuando le contamos que ya nos volvíamos, quien suspirando nos dijo: toudo se acaba...toudo se acaba na vida.  Pura saudade lusa. Un saludo desde el sur...de Portugal.



martes, 13 de agosto de 2013

La bomba atómica española.

 En el ambiente prebélico que se vive hoy, con lo de Gibraltar, siempre es bueno comentar algo que ayude a tranquilizar los ánimos. Y como no podía ser menos, lo suyo es hablar de la "Bomba Atómica", que al parecer, también tuvo su particular burbuja a mediados del siglo XX, época en la que todos los países querían tener una. Sin riesgo de sonar excesivamente banal la broma aquí gastada, he de decir, que lo nuclear, precisamente, no me atrae tenerlo cerca.

 Pero como dije, volvamos a mediados del siglo pasado: en aquellos tiempos, toda potencia militar, o económica incluso, que se preciara, debía de tener algo con que disuadir a los enemigos más cercanos. E incluso a los más lejanos, cuando llegó la creación de los misiles intercontinentales. El elemento atómico daba seguridad. Y evidentemente, la primera potencia en desarrollarla fue Estados Unidos, con el famoso "Proyecto Manhattan". El espionaje pronto se mostró efectivo, pues al cabo del tiempo los rusos consiguieron también la suya. Luego vendría Reino Unido, Francia, China, la India, Pakistán, Corea del Norte, y algunos países no declarados como Israel. Y Estados Unidos, que es como la mala madre que se emborracha delante de sus hijos, le dice a los demás que debe existir un desarme, que no está bien eso de volar Nagasaki, que ellos ya lo hicieron una vez, y con esa basta. Con que tengan ellos las bombas ya llega. Los demás sobramos. Y se creo el "Tratado de no Proliferación", un acuerdo muy lógico sí de verdad se cumpliera, y no acabara como el Protocolo de Kioto, en el que rusos y americanos se pasan por el forro de sus gayumbos todo. 

 En esas estaba España, en pleno crecimiento tecnócrata, y desarrollista de Franco. Quien decidió que nuestra nación no debía ser menos militarmente que las demás (y ahí, hay que reconocerlo, tenía razón). Nuestro país, tenía tecnología más que adecuada para el desarrollo de cualquier estructura atómica, de hecho, ya llevaban un puñado de años, funcionando algunas de las más modernas y eficaces centrales nucleares del momento, algunas de las cuales sigue funcionando. Tenía, y sigue teniendo, buenos yacimientos de uranio. Pero faltaba los planos para fabricar la bomba, y hacerla efectiva. No obstante la suerte, o baraca de Franco, dio muestras de ser imbatible y digna de estudio. En un accidente aéreo de aviones militares norteamericanos (¡?), se caen cuatro bombas atómicas sobre las aguas del Mediterráneo (...y no explotan...), frente a la costa de Palomares (Almería), en el mar, aterriza una, y las otras tres, en la propia tierra de la provincia. Dejando a un lado la famosa escena de Fraga y su baño; nos encontramos que las tres últimas bombas mencionadas sirven para que los militares españoles, que llegaron primero, estudiaran la estructura y la copiaran.

 Desde entonces, la sospecha de que España pudiera tener la bomba atómica fue perenne, hasta que en el 82 Felipe González (no sin muchas presiones exteriores) se adhiera al tratado antes mencionado. Pero volvamos a tiempos después del incidente de Palomares. Para entonces, ya hay ciertas voces, que con la información caída del cielo (nunca mejor dicho), España tendría en sus manos la bomba ya construida; y sino es el caso, se podría fabricar en menos de cinco años (aún se considera dicha estadística como correcta para hoy día). Ya se había fijado hasta un campo de pruebas: el antiguo Sahara español. La intención de Franco era la de amedrentar al vecino del sur: Marruecos, e influir en potencia, precisamente en el pleito de Gibraltar, tan en boga estos días. 

 Esta es la historia de la bomba atómica que pudo ser, y no fue. O que existe, y no se sabe. Sea lo que sea, me da igual, en un conflicto atómico no se libra nadie, lance o no lance algún misil atómico. Pues el Invierno Nuclear acabaría tomando toda la atmósfera. Lo que sí me causó sorpresa, fue la noticia que leí en una página especializada en materia militar (buscando información para esta entrada), en la que se comentaba que España, EEUU, y sólo alguna nación más, tendría otra bomba de poder tan destructivo como la atómica. Se trataría de la de queroseno, y al parecer destrozaría, igualmente, una urbe de tamaño respetable. Da para asustarse, y como dijo Einstein, puede que acabemos dentro de dos guerras a palos y piedras para combatir entre nosotros. Un saludo desde el sur.