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miércoles, 17 de agosto de 2016

Barrio de Santa María: el Cádiz de los Austrias.

Casas del barrio.
 Pasado ya, el furor de la Gran Regata de 2.016 (¡Que lejos parecía!), el muelle de la ciudad de Cádiz vuelve a quedarse solitario, en la vuelta a la realidad de una crisis que la localidad y su provincia, ya tienen por endémica. No obstante, en la Tacita de Plata, el refranero acierta de pleno, en aquello de que cualquier pasado fue mejor. Y la vuelta cada cierto tiempo de los mástiles, velas y jarcias a su puerto, hacen brotar la vida de las calles más próximas al mismo, como en tiempos de la Ilustración, cuando por los barrios aledaños se podían encontrar productos de todos los rincones del imperio, y los más cercanos, mezclados unos con los otros, al igual que ocurría con las personas de distintas procedencias del globo. Uno de los barrios más marineros, es también el más flamenco de la ciudad, y uno de los recientemente rescatados por el plan Urban. Su origen se debe al arrabal que creció más allá de las murallas del Pópulo en el XV. Siendo entre los siglos XVI y XVII, su etapa de mayor crecimiento y cuando toma la configuración actual, de trama laberíntica, de calles estrechas y curvas, sin aparente orden ni concierto alguno, simplemente adaptándose al terreno. El cual por cierto, se debe a la antigua Neapolis de los Balbo, por lo que la parte más monumental del Gades romano, debe encontrarse debajo de las casas actuales.
Fábrica de Tabacos.
Murallas del XVIII.
  Por decidir un acceso al barrio, he optado por ser purista y acceder, precisamente, por la calle que da al convento que le da nombre a la zona, y el segundo templo más antiguo de la ciudad (1.527). el de Santa María, una joya de carácter manierista que fue concebida por Alonso de Valdevira. La portada, aunque del XVII, todavía muestra aspectos del renacimiento final, en el interior el barroquismo se hace más patente, sobre todo en los mármoles, y en los azulejos holandeses de Delft. Como siempre en la vida se puede optar por varios caminos, y que aquí te llevan a varios lugares interesantes. Si bien se elige tirar para el Campo del Sur, y salir momentáneamente del barrio, se puede ver y visitar, lo que es la actual Casa de América en Cádiz, vinculada a la de Madrid, y que se sitúa en la antigua Cárcel de la ciudad. Una maravilla arquitectónica que participa del neoclásico más puro, tanto en su elegante fachada como en sus patios interiores. Tampoco desmerece el colegio Campo del Sur, de estilo neobarroco (con campanario y todo), fue construido en 1.930 por Sánchez Esteve, en una obra extraña para él, pues era más dado al racionalismo que a los regionalismos. Cerca y de carácter contemporáneo podemos observar las modernas casas del arquitecto brasileño Álvaro Siza, y que se fusionan muy bien con el entorno, delante de ellas, una fuente con una escultura del Balbo el Menor, artífice del esplendor del Gades romano, y amigo personal de Julio César. En las cercanías varios edificios oficiales, comos los juzgados que tienen la elegancia propia de los edificios oficiales de los años cincuenta de estilo neoherreriano. Ahora bien, si por el contrario, hemos decidido bajar por la calle Santa María, iremos cuesta abajo, en una vía curva y estrecha, donde a mitad de camino se puede observar una de las mejores casas palacios de Cádiz, la de Lasquetty, del siglo XVII, y llena de mármoles italianos en su patio y portada barroca, como no podía ser de otro modo. En las cercanías una moderna plaza tapa unos restos de una enorme edificación romana pública, que se expondrá bajo cristal en un futuro, que espero, sea próximo. La calle continua curva por Jabonería y desemboca en San Juan de Dios,  frente a las murallas medievales del vecino barrio del Pópulo, justo a la izquierda, en nuestra acera, un enorme edificio señorial, de estilo ecléctico, historicista, llama la atención por su tamaño, es el colegio de la Salle Mirandilla, y que fue construído en 1.888, y aún hoy día, sigue cumpliendo la misma función educativa.

Mercado de la Merced, aprovecha una estructura de Eiffel.

Antigua Cárcel Real.
 Tras esto se puede volver por la calle Merced, pasando por loa pequeña plaza de las Canastas, y llegando al corazón geográfico del barrio, a la plaza (también) de la Merced; donde se encuentra la iglesia de la misma advocación, y que perteneció al convento de los Mercedarios Descalzos, del siglo XVII, en estilo barroco. No obstante del templo original, sólo quedan torre y portada, el resto, salió ardiendo en un asalto en 1936, siendo reconstruida en 1.948. Al lado, donde se encontraba el convento, se encuentra el antiguo mercado del mismo nombre, hoy centro de Arte Flamenco, y que fue construido en los años 30, aprovechando la estructura metálica que el arquitecto Gustave Eiffel levantó para el teatro de verano del Parque Genovés, y que hoy se conserva, gracias a este reaprovechamiento. Luego es recomendable saborear las (muy, a veces) angostas y largas callejas del barrio. Muchas desembocan en algunas en dos de las más animadas calles de la zona, la primera es Sopranis, con algunos palacetes barrocos destacados como el de los Lilas, en el número diez de la calle, con una bella fachada barroca de mármoles italianos con relieves, justo enfrente, otro palacete en el número nueve, con otra magnífica portada barroca de 1.670, espectacular, ondulante, e igualmente, entera de mármoles italianos. El final (o principio) de la calle, nos lleva a uno de los conventos más espectaculares de la ciudad: el de Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo. Aunque para los gaditanos, es más bien conocido por esta última advocación, aunque dentro se encuentre la patrona de la localidad. De estilo manierista, su fachada lateral ofrece una bonita estampa con su escalinata y su torre, pero lo que deslumbra, es su espectacular interior, pues una reforma barroca (siglo XVIII) llenó de relieves de yesos, casi literalmente,  a todo la iglesia, puro horror vacui. Salvo claro está, en el retablo, el cual engrandece más al templo, pues es una filigrana genovesa de mármoles de colosales tamaños y variados colores, destacando el negro de sus varias columnas salomónicas. Pero la cosa no queda ahí, el claustro merece una visita por su tamaño y barroquismo, y justo a la entrada de éste, la capilla Venerable orden Tercera, otra joya de yeserías barrocas. Justo enfrente del convento, tenemos una de las mejores muestras del Cádiz industrial: la antigua fábrica de Tabacos, con su estatua a las tradicionales cigarreras, y con una arquitectura neomudéjar, aunque con muchas influencias inglesas, típicas de mediados del XIX. La calle Plocia también merece un paseo sosegado, pues se pueden ver fachadas y palacetes interesantes, además de tener mucho ambiente, y una buena variedad de restaurantes.

Convento de Santa María.
 Fuera ya del propio barrio, pero considerándolo dentro de él, por su cercanía, hay varios edificios interesantes de ver, el primero de ellos es la antigua estación de ferrocarril, obra neomudéjar del año 1.890, siendo de una de las estaciones más antiguas, aún en pie, de nuestra nación. Frente a ésta, la Aduana Nueva, salvada in extremis por la ciudadanía, y que es un magnífico edificio neoherreriano de inspiración madrileña, construido en los años cincuenta del siglo XX. De la misma década son los edificios del Fénix y Trocadero, éste último uno de los mejores ejemplos de racionalismo europeo en la Tacita, mientras que el primero, parece tener una inspiración norteamericana. Por último, se puede optar, o bien por ver el tremendo y disuasorio frente de murallas, desde la propia estación de Renfe, o por el contrario subir por la Cuesta de las Calesas, y terminar de ver uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: las murallas de Puertas de Tierra (siglo XVIII). Hoy día, pese a su señorial aspecto, está descafeinado, pues en tiempos, tuvo más fortalezas, baluartes, glacis, etc. Hoy el baluarte de San Roque aparece exento, pero estuvieron unidos, al igual que hoy permanece el de Santa Elena. Dos enormes arcos en la muralla, llaman la atención, fue un invento de Sánchez Estévez, que gracias a su ingenio permitió salvar la muralla, y permitir a la vez, el paso del tráfico rodado. Pero si hay dos cosas que llaman la atención son, primero la espectacular portada de mármol, a modo de retablo, puro neoclasicismo; y segundo su famoso torreón, bastante retocado del original (sinceramente, para mejor), y aunque su aspecto defensivo nos lleve a confusión, fue construido en el año 1.850, y como torre de comunicación para la línea telegráfica. La fortaleza conserva unos espectaculares fosos, uno ajardinado, y donde la tradición (y la prensa de la época) nos dice que era lugar de citación para los duelos entre caballeros a lo largo del XVIII y XIX, con padrinos incluidos. En uno de ellos, se puede observar una pequeña puerta tapiada, pertenecía a la fortaleza anterior a ésta, y que se ha conservado en parte, del siglo XVI. Una bella plaza adorna su fachada, con una bonita fuente, jardines, y dos triunfos de mármol, del siglo XIX, y que representan a San Servando y San Germán, patronos de la ciudad. Ya sólo queda volver al barrio, y callejear un poco más, para saborear su arquitectura y urbanismo, por las calles Botica, Teniente Andújar...Un saludo desde el sur.

Colegio del Campo del Sur.

Callejuela del barrio.


Edificio Trocadero.

Plazoleta en el corazón del barrio.

Palacete en Plocia.

Callejuela típica del barrio.

Convento de Santo Domingo.
Edificio del Fenix.



Relieve en los mármoles de la portada del palacete de Sopranis.

Calle San Juan de Dios.

Calle Jabonería.

Colegio de la Mirandilla.

Claustro de Santo Domingo.

Convento de Santo Domingo.

Antigua estación de ferrocarril.

Aduana Nueva.

Torre de la Merced.

Casa Lasquety.

Murallas de Puertas de Tierra.

Foso, donde se hacían los duelos...

La parte nueva de la ciudad desde la fortaleza, y sus dos Triunfos.

Portada de mármol de la fortaleza.