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viernes, 6 de octubre de 2017

Marruecos y Andalucía. Ida y vuelta.

Tras el largo paréntesis veraniego, y tras haber cruzado el Estrecho de Gibraltar, y conocer Ceuta y parte de Marruecos, uno puede sacar dos conclusiones aparentemente contradictorias: la primera es, que en 14 km. hay otro mundo, otra forma de vida, con respecto a Europa; y la segunda, es que España, en general, y Andalucía en particular, han recibido o han dado, una clara influencia que ha viajado de norte a sur, o viceversa, según colonizara uno u otro. Aunque esto es algo que se puede observar en algunas costumbres, herencia en el idioma, e incluso en la vegetación (unos y otros llevaron cultivos novedosos). En esto hay que distinguir tres periodos:
  • Uno primero, que abarca cinco u ocho siglos, según zona en Andalucía, y que comprende la invasión de origen árabe, y que marcó el devenir cultural, paisajístico y arquitectónico de nuestra comunidad autónoma. Y que duraría, incluso siglos posteriores con el fenómeno mudéjar. En ocho siglos ha habido en la península estilos propios como el nazarita o el califal, pero también modelos como el almohade o el almorávide que son compartidos con el vecino Marruecos, el caso más claro es la conocida Giralda de Sevilla, gemela de otras dos norteafricanas, la Kutubía de Marrakech y la inacabada torre de Hassan de Rabat. Aquí en nuestra provincia tenemos un magnífico Alcázar típicamente almohade en Jerez de la Frontera, incluyendo una mezquita con un pequeño minarete, así como unos magníficos baños. Son las típicas edificaciones de ladrillo visto que tanta herencia ha dejado en Andalucía, incluso en tiempos posteriores. También en nuestra tierra compartimos otra dinastía, los meriníes, cuyos restos arqueológicos se pueden encontrar en poblaciones del Campo de Gibraltar, como las murallas algecireñas, así como la torre de Cartagena, fortaleza de dicha época. 
La Giralda, típica almohade.



Minarete en Jerez de la Frontera.
Murallas meriníes en Ceuta.

  • Una segunda, que comprende la diáspora de judíos y moriscos españoles tras la expulsión de estos tras la conquista cristiana, la cual llevarían siglos de tradiciones hispanas al otro lado del Estrecho. En la época moderna son los musulmanes y sefardíes españoles los que dejan una clara influencia en las distintas ciudades del Rif marroquí, siendo destacada en las ciudades de Tetuán o Xauen, urbes típicamente "andaluzas", y en las que uno se encuentra casi en casa. De hecho, es observable por ejemplo, que las medinas de ambas localidades norteafricanas son calcadas a los centros históricos, incluso en sus murallas, a las ciudades gaditanas de Tarifa o Vejer, entre otras. Ya que los habitantes de las peninsulares generaron barrios, que todavía perduran, en las marroquíes. 
Nocturna de Xauen.

Judería de Vejer de la Frontera.

Murallas de Vejer de la Frontera.

Calle de Vejer de la Frontera.

Puerta de Jerez. Tarifa.

Calle de Tetuán.

Murallas de Tetuán.

Calle de Xauen.
  • Y una tercera, que sucede con la colonización española del norte de Marruecos, con el Protectorado, una época muy dada a la arquitectura romántica o historicista en aquellos sitios en los que el modernismo no terminó de germinar del todo. Ocurre entonces una arquitectura neoárabe o neomorisca en ambos lados del Estrecho. Paradójicamente, se conservan escasos edificios de este modelo arquitectónico en las dos ciudades norteafricanas españolas, Ceuta y Melilla, donde sí prosperaron el modernismo, gracias a Enrique Nieto, discípulo de Gaudí. En cambio, en Andalucía sí se dieron, sobre todo a lo largo del XIX y principios del XX, varios ejemplos de construcciones de estilo colonial, muchos de carácter oficial o público, y que recibían dos tipos de influencias:
    • Historicista, neomorisco, neocalifal. Que recuperaban modelos del pasado medieval español, como ocurre con Teatro Falla, al más puro estilo cordobés por fuera y de inspiración nazarí por dentro. O la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda, y sobre todo dentro de esta misma localidad, el palacio de Orleans, cuyos duques fueron los promotores de dicha arquitectura, sirviendo de inspiración a toda la posterior, incluyendo al Regionalismo. Ambos edificios de ladrillo rojo visto y abundancia de arcos de herradura peraltados.
Gran Teatro Falla. Cádiz.

Palacio de Orleans. Sanlúcar.

    • Neoarabe, colonial. Son edificios que si bien, imitan a la arquitectura de los países islámicos, normalmente de Marruecos, aunque no sigan al pie las formas tradicionales de la España islámica medieval. Muchos son edificios blancos, cúpulitas con azulejos y ventanas con arcos apuntados y almenados escalonados, otros reciben otra influencias de oriente medio. Ejemplos claros serían el pabellón de Marruecos de la Exposición Universal de Sevilla de 1.929 (situado frente a la Comandancia de Marina y el Acuario), lo que queda del mercado de abastos de San Fernando, en el caso español; en el otro lado del Estrecho, el Ensanche español de Tetuán forma un magnífico ejemplo de urbanización europea, moderna y programada,  en un entorno colonial, y que incluye edificios tan curiosos como el de La Unión y el Fénix, propia de toda capital española, y que incluyó a ésta, como la metrópoli principal y administrativa del Protectorado. Otro ejemplo claro es la medina de Tánger, totalmente contemporánea y edificada con modelos medievales y edificios de características españolas, en tiempos en los que la ciudad tuvo carácter internacional. 
Antiguo edificio oficial en Tetuán.

Mezquita en Tánger.

Biblioteca municipal. Tarifa.

Mercado de abastos. San Fernando.

    • El Regionalismo andaluz, como último estilo neoárabe. Poco que explicar de un estilo más que conocido por muchos de nosotros, solo que ciertamente aunque abunden las técnicas moriscas o mudéjares, tales como el ladrillo visto, el uso de azulejería, y decoraciones de carácter musulmán, en muchas ocasiones el edificio adopta una forma neorrenacentista, neoherreriana o neobarroca, según gustos, incluso en Benalup- Casas Viejas el estilo regionalista se disfraza de un románico poco tradicional por estas latitudes. No obstante, hay magníficos ejemplos a lo largo de la geografía andaluza, destacando, como es lógico, la existente en la ciudad de Sevilla, centro de dicho estilo, y que adopta formas muy almohades en el caso del pabellón de los Jardines de la Buhaira, sobre los restos de un palacio de dicha dinastía, el antiguo Matadero, y sobre todo, el exterior del Pabellón Mudéjar del Parque María Luisa, hoy museo arqueológico municipal, y que tiene el aspecto de un palacio de las mil y una noches. Pero hay más ejemplos fuera de la ciudad hispalense, en Huelva destaca la estación de ferrocarril, que sirve de patrón para todas las paradas hasta Escacena del Campo y Carrión de los Céspedes, así como algunos edificios entorno a la plaza de las Monjas y calle Concepción, con los típicos arcos de herradura. Aclaro que sólo escogí dentro de este estilo aquellos edificios de claro carácter morisco.
Pabellón mudéjar. Sevilla.

Pabellón de la Buhaira. Sevilla.

Estación de ferrocarril. Huelva.

Edificio. Huelva.

Estación de Palma del Condado. Huelva.

 Queda claro, que las fronteras en muchas ocasiones enriquecen la arquitectura de ambas naciones, en una osmosis en la que cada país o región toma lo que más le conviene, ya sea por tradición o recursos materiales, es algo que se puede observar en las distintas fronteras españolas, como las que hay con Francia, Portugal o Gibraltar, en los otros casos españoles. Un saludo desde el sur.  

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